jueves, 25 de febrero de 2016

LA ARGUMENTACIÓN

Argumentar consiste en dar las razones que sustentan lo que decimos. Todos podemos expresar muchas opiniones pero pocos podemos dar las razones que justifiquen lo que decimos. Es fácil repetir: “Robar es malo”, pero ¿podemos explicar por qué robar es malo? Tal vez digamos que porque no es correcto, porque iríamos a la cárcel, pero no pasaríamos de decir una o dos ideas a veces inconexas. El llevar a cabo una verdadera argumentación exigiría que cada una de nuestras ideas llevará a las otras y de ahí a la conclusión lógica de que robar es malo.

Argumentar es como construir una casa. Si los materiales son buenos y están bien armados y unidos, podrán soportar las inclemencias del tiempo y podrán durar mucho. Pero si los materiales, aunque sean buenos, están mal colocados, unidos de una forma errónea, podría derrumbarse toda la construcción ante el primer embate de los elementos. Así, aunque las ideas sean las adecuadas (los materiales), si no se unen adecuadamente (es decir, de una forma lógica) el resultado final será una argumentación débil que a la primera podrá ser destruía.

Así, por ejemplo, se puede decir, sin problema, que el sol sale todos los días. No hay ningún problema. También se puede expresar que el gallo canta en las mañanas. Tampoco hay problemas. Pero decir que el sol sale todos los días porque el gallo canta en las mañanas está expresando un disparate porque los dos elementos están relacionados de una manera incorrecta. Si esto sucede con dos frases mal unidas, ¿qué podemos decir de toda una serie de juicios mal colocados que pretenden justificar una determinada tesis?

Argumentar, entonces, es saber armar, es saber unir una serie de piezas para así lograr darle sustento a nuestras declaraciones. Y este armado debe seguir los principios básicos de la Lógica. Así, por ejemplo, si decimos que todas las argumentaciones deben ser lógicas, entonces mi ensayo, que es una argumentación, debe de ser lógico. En este caso estamos ante el principio de conveniencia que establece que lo que diga del todo (las argumentaciones) lo debo decir de las partes (mi ensayo). Del mismo modo, debo evitar las contradicciones en mi argumentación: No vaya a ser que empiezo mi trabajo hablando de que el aborto es necesario y un derecho, y terminar diciendo que debe prohibirse y castigar a quienes lo cometen.

Un buen texto argumentativo debería contar con los siguientes elementos:


La tesis será la idea principal que se quiere demostrar. Sería la respuesta a una pregunta que nos hemos hecho de manera implícita o explícita. Si decimos que “México es el mejor país del mundo” esto significaría que nos preguntamos alguna vez cuál será el mejor país del mundo. Sin embargo, eso que digo no puede estar sin fundamentos pues de otro modo quedaría como una simple opinión.

Los argumentos son las ideas encadenadas de manera lógica que darán como resultado la tesis que pretendo defender. Es la columna vertebral, por eso la representamos al centro. Si las argumentaciones son débiles todo mi “edificio” puede venirse abajo.

Los ejemplos son aquellos elementos de la realidad que servirán de apoyo a lo que estoy diciendo. Tonto sería si pusiera ejemplos que contradigan lo que quiero expresar, por ejemplo, hablar sobre el narcotráfico para defender la postura de que México es el mejor país del mundo.

Los autores serán aquellos especialistas o pensadores que ya han llegado a conclusiones semejantes a las mías. Lo que yo digo, en la mayoría de los casos, no es nada nuevo. Ya alguien lo dijo en otra ocasión y no está de más (muy por el contrario, ayuda mucho) mencionar lo que esas otras personas han dicho en algún otro momento.